LOS ACORDES DE LA MEMORIA
Don Carlos, un anciano con mirada perdida en el horizonte de sus recuerdos, acudía cada mañana, desde hacía ocho años, al mismo bar. Allí, en compañía de su fiel cuidadora, Martha, disfrutaba de su café con leche y de la rutina familiar que el lugar le brindaba.
El bar, con su ambiente acogedor y su radio siempre sintonizada en una emisora musical, era un refugio para la mente de Don Carlos, cada vez más nublada por la bruma de la demencia senil. Sus días transcurrían entre silencios y frases inconexas, atrapado en una realidad fragmentada donde los recuerdos se diluían como la espuma en su taza de café.
Un día, mientras una suave melodía inundaba el ambiente, algo se removió en lo más profundo de la memoria de Don Carlos. La música, como un eco lejano, resonó en su interior, despertando un recuerdo que yacía dormido bajo capas de olvido.
En un instante, se vio a sí mismo, joven y vibrante, rodeado de amigos en un escenario improvisado. En sus manos, una guitarra que vibraba al ritmo de su pasión, y en su voz, la melodía que ahora llenaba el bar. La música fluía de sus labios, contagiando a todos los presentes de su energía desbordante.
En ese momento, una luz especial iluminó la mirada de Don Carlos. Un destello de lucidez atravesó la niebla de su mente, devolviéndole por un instante la nitidez de un pasado que creía perdido. La música había obrado su magia, reavivando un recuerdo que, aunque fugaz, le brindó un oasis de paz y felicidad en medio de su lucidez distorsionada.
Sus ojos habían recuperado el brillo intenso de la juventud y una leve sonrisa serena se adivinaba en su rostro, como un reflejo de la melodía que aún resonaba en su alma.
@carabelzgz
La música para mi es el billete de ida y vuelta más barato que se puede coger.
ResponderEliminarUna de las emociones más fuertes y reales que se puede experimentar. El trasporte del alma.
Muy bueno, gracias por compartir