LOS ACORDES DE LA MEMORIA
Don Carlos, un anciano con mirada perdida en el horizonte de sus recuerdos, acudía cada mañana, desde hacía ocho años, al mismo bar. Allí, en compañía de su fiel cuidadora, Martha, disfrutaba de su café con leche y de la rutina familiar que el lugar le brindaba. El bar, con su ambiente acogedor y su radio siempre sintonizada en una emisora musical, era un refugio para la mente de Don Carlos, cada vez más nublada por la bruma de la demencia senil. Sus días transcurrían entre silencios y frases inconexas, atrapado en una realidad fragmentada donde los recuerdos se diluían como la espuma en su taza de café. Un día, mientras una suave melodía inundaba el ambiente, algo se removió en lo más profundo de la memoria de Don Carlos. La música, como un eco lejano, resonó en su interior, despertando un recuerdo que yacía dormido bajo capas de olvido. En un instante, se vio a sí mismo, joven y vibrante, rodeado de amigos en un escenario improvisado. En sus manos, una guitarra que vibraba al ritmo d...